El pasado domingo 24 de abril el grupo de Fotografía Foto Palencia Norte realizó la salida al valle de las Caderechas (Burgos).

Esta es la segunda salida del año del grupo después de la realizada en el valle de Viarce en la montaña palentina. Poco a poco parece que vamos recuperando la normalidad en cuanto a salidas y actividad de la asociación, pero aun así se notaba en los participantes las ganas de salir a fotografiar.

Nos juntamos Jon, Fabiola, Olvido, Ana, Conchi, y Kike. Quedamos a las 6:00 de la mañana en la puerta del Valentín con la intención de aprovechar las primeras luces de la mañana. Tomamos dirección Burgos por la nacional 627 y a la altura del cruce de Masa nos desviamos dirección a Poza de la Sal. El panorama no era muy alentador pues había niebla y el cielo estaba bastante tristón.

Pasamos el pueblo de Poza comentando lo bonito que es y las posibilidades fotográficas que ofrece, pero nuestras ganas por llegar al valle de las Caderechas hizo que no nos detuviéramos…

Pero todos sabéis que en un fotógrafo aficionado lo de planificar se le hace harto difícil. Al poco de pasar Poza nuestros ojos se clavaron en la abandonada estación del ferrocarril Santander Mediterráneo y atraídos por la belleza de la ruina hicimos nuestra primera parada fotografiando los restos de la estación.

Continuamos viaje dirección al valle haciendo la primera parada en el pueblo de Aguas Cándidas rebautizado por Jon por motivos poco confesables como Aguas Turbias. Los primeros cerezos en flor se nos mostraban con todo su esplendor. La verdad es que tuvimos mucha suerte puesto que la floración es un proceso incierto y condicionado por muchas variables, pero nada más empezamos a ver los primeros cerezos repletos de flores nuestras cámaras no pararon de “chiscar”. Pasamos un buen rato e incluso Jon nos dio una pequeña clase de utilización del Dron; es una pasada lo que puedes llegar a hacer con esos pequeños aparatejos.

Olvido, nueva integrante del grupo y de la asociación, nos sorprendió con una estupenda quesada casera y un café que nos cargó las pilas para el resto de la mañana…

Continuamos camino hasta Madrid de las Caderechas, por decirlo de alguna manera, la capital de los cerezos del norte de Burgos. Evidentemente hubo lugar para la típica broma de la confusión por el GPS: Por más que buscamos no encontramos la fuente de la Cibeles. Madrid no es que sea un pueblo especialmente bonito pero su entorno natural es de una belleza inconmensurable. Fotografiamos hasta hartarnos y nos fuimos con la sensación de llevar una buena colección de fotografías, aunque luego delante del ordenador todos sabemos que el cuento suele cambiar…

Nuestra siguiente parada fue en Herrera de Valdivielso (o Herrera de Caderechas) ahí dicen que es donde más esplendorosos se muestran los cerezos y la verdad es que encontramos un par de fincas espectaculares… Allí Conchi se sacó de la mochila un espejo que hizo las delicias de los participantes pues nos dedicamos a jugar con los bonitos reflejos que creaba con los cerezos.

Paramos en el pueblito de Cantabrana y tomamos un piscolabis (creo que ni mi abuela usa ya esa palabra), para que no digan que no nos mezclamos con los lugareños.

Empezó a hacerse la hora de comer y decidimos (habíamos llevado bocadillos) dirigirnos a nuestra siguiente etapa y comer allí. El destino era el abandonado pueblo de Tamayo muy cercano a Oña. La verdad es que ninguno de nosotros habíamos estado antes pero sí que habíamos oído hablar de este misterioso despoblado. Os dejamos un enlace con la curiosa historia de este pueblo. La verdad es que la estampa que nos ofrecía era increíble. El misterio, el paso del tiempo y el abandono se muestran a cada paso en este pueblo. Entrar en la iglesia, los huecos vacíos de las ventanas, la vegetación campando y enterrando todo a su antojo, nos regaló momentos muy chulos aderezados también por alguna broma y risas. La verdad es que el tiempo nos respetó en toda la jornada he incluso la luz y el cielo se mostraban complacientes con este grupo de fotógrafos. Después de comer y viendo que la jornada avanzaba decidimos dirigirnos a otro de los puntos que habíamos planificado para la ruta. Si tuviéramos qué bautizar esta quedada podríamos decir que ha sido la de “cerezos en flor y lugares abandonados”, puesto que la siguiente parada era el Monasterio de Santa Maria de Rioseco. Santa Maria de Rioseco es un monasterio en el que una asociación está interviniendo para recuperarlo del olvido y del abandono, pero aún así ofrece una romántica imagen al visitante que se adentra en sus olvidados muros. Después de pasar un buen rato fotografiando decidimos continuar camino ya de regreso para Aguilar. Hicimos parada en Soncillo para dejar a Jon camino de Sodupe. El paisaje se nos mostraba espectacular a nuestros ojos con un verdor increíble, con una naturaleza exuberante, con detalles de arquitectura que nos llamaban la atención y que nos invitaba a parar a cada momento. Concluimos que las Merindades son un verdadero paraíso, un paraíso que tenemos a tiro de piedra y que tendríamos que aprovechar mucho más. Quedó como pendiente para otro momento el hacer la ruta de las pasarelas de los Hocinos, bueno y muchas otras más cosas que vimos por el camino y nos quedamos con ganas de fotografiar.

Como siempre y en resumen, lo mejor de la jornada fue el compartirla con compañeros de afición. El tiempo pasa volando y entre echar la risas y comentarios disfrutamos de la compañía y de un día estupendo.

Llegamos a Aguilar volviendo por el embalse del Ebro y Reinosa sobre las 7:00 de la tarde, cansados pero felices y satisfechos y como siempre con ganas de repetir quedada FPN.

Texto: Enrique Bravo